23 marzo, 2010

La creación: Crisis financiera VII


El séptimo día. El sino. Para intentar solucionar un problema es necesario que haya realmente un interés en resolverlo.

La mayoría de propuestas sobre la mesa se plantearon cuando el ambiente estaba caliente. Las pérdidas millonarias y el fantasma de la bancarrota aún rondaban a muchos bancos.

Sin embargo, una vez que el dinero ha empezado circular de nuevo, la urgencia ha ido desapareciendo. Ciertamente, no es fácil imponer límites a un sector caracterizado por ser liberal y con muchísima influencia política.

Pero la regulación y la intervención -obviamente la no engorrosa- del Estado en el sistema financiero son necesarias porque los intermediarios (bancos, cajas de ahorro, empresas financieras, etc) tienen una responsabilidad frente a sus clientes, al administrar el dinero o sus pensiones, más allá del lucro para el cual fueron creadas.

22 marzo, 2010

La creación: Crisis financiera VI


El sexto día. La parálisis. Pese a las grandes y majestuosas cartas de buenas intensiones, la realidad es que pocas de las acciones correctivas se han realizado.

Las primeras que se han implementado son las de contenido más populistas: limitación de los salarios y regalías de los directivos bancarios.

Sin embargo, las relaciones con el fondo de la crisis y la generación de la misma no se han debatido en ningún Congreso o Senado. La especulación financiera aún es parte de la realidad de la mayoría de los países.

Los principales promotores del cambio, Sarkozy, Brown, Obama o Zapatero están inmersos en otras agendas nacionales y han dejado de lado la regulación financiera.

Igual ha ocurrido con la FED y el Banco Central Europeo. Una vez que la economía ha empezado a salir, lentamente, del bache se han postergado las reformas que pregonaban una mayor intervención estatal.

21 marzo, 2010

La creación: Crisis financiera V


El quinto día. Las propuestas. Ante la situación tan apremiante del sistema económico, los líderes políticos del G20 se apresuran a realizar connotadas cumbres en las que se promueve una mayor regulación sobre el sistema financiero de los países desarrollados para intentar prevenir otro colapso futuro.

Entre los planes más comentados están la creación de una organización global, similar a la Organización Mundial de Comercio, que vele por la correcta dirección del sector, con el fin de evitar abusos.

Una de las medidas estrella es la implementación de reglas de conducta para los directivos de bancos privados. Además de la limitación de sus salarios, bonos de estímulo o regalías al hacer crecer el valor de las acciones de la empresa.

Se priva la sensatez financiera, sobre la especulación de arriesgados instrumentos financieros. Todo indicaba que el cambio hacia una época de mayor regulación financiera era inevitable.

20 marzo, 2010

La creación: Crisis financiera IV


El cuarto día. La intervención. En uno de los mayores actos de ironía histórica, los principales países defensores y promotores de las ideologías liberales comienzan a implementar medidas de intervención estatal para tratar de contener la catástrofe. Aunque antes se hace un recorte de los tipos de interés, tratando de estimular la actividad.

Al no funcionar se recurre a medios más drásticas como la nacionalización de algunos bancos mediante la inyección de millones de dólares y euros. Otra de las soluciones gubernamentales, en Europa, ha sido garantizar los depósitos de los clientes. En Londres, el Gobierno se ve obligado a acudir al rescate de varias entidades para evitar su colapso. Washington también debe salvar algunas instituciones.

Desde el sector político, se autoriza a la creación de grandes paquetes de rescate multimillonarios con la intensión de dar confianza al sistema financiero.

Además para evitar las críticas a sus políticas keynesianas, principalmente de los sectores conservadores, los gobiernos se apresuran a informar de que sus acciones son de respaldo y que la dirección de los grandes bancos sigue en manos civiles.

En un afán regulatorio, exigido por la opinión pública, la Reserva Federal de Estados Unidos avala la conversión de los dos últimos bancos de inversión independientes que quedaban, Goldman Sachs y Morgan Stanley, para transformarlos en instituciones comerciales y así ejercer un mayor control.

19 marzo, 2010

La creación: Crisis financiera III


El tercer día. Las repercusiones. Take the money and run, título de una de las películas más famosas de Woody Allen, resume de manera ejemplar la situación que pasaron muchísimos clientes de entidades bancarias.

La incertidumbre campaba sobre el futuro de su dinero o su pensión. Intentar sacar el dinero era imposible, algunos bancos impusieron limitaciones a los retiros de efectivo para detener la sangría. También buscaron, de forma desesperada, hacer una ampliación de capital, pero los huecos por tapar eran grandes.

La pregunta inevitable era ¿cómo sucedió esto? Nadie se explicaba como el motor financiero del mundo se tambaleaba. Los sectores más críticos exigían respuestas y culpables. Los años de auge llegaban a su fin junto a la ganancia fácil. La década de políticas desreguladoras, de corte liberal, pasaban una costosa factura.

Cuando los grandes empiezan a anunciar resultados negativos, la histeria se apodera de las bolsas de valores. Muchas firmas empiezan a huir de las hipotecas basura, pero su contagio era inevitable.

Los valores de muchas empresas sucumben. El primero en caer es el banco de inversión Bears Stearns, que fue adquirido por JP Morgan, con el respaldo de capital de la FED. Posteriormente, una de las entidades más reconocidas a nivel global Lehman Brothers se declara en bancarrota abrumado por las grandes pérdidas y es adquirido, parcialmente, por el banco y aseguradora financiera londinense Barclays.

El principal banco alemán, Deutsche Bank, sufre también pérdidas sustanciales en uno de sus fondos vinculados a la financiación inmobiliaria. Además, BNP Paribas, suspende tres fondos por falta de liquidez.


Al ser los bancos los principales afectados, el contagio empieza a extenderse al resto de la economía. Muchas empresas del sector primario, el secundario y el de servicios quiebran al no obtener los créditos necesarios para pagar a sus trabajadores y a sus proveedores. La indusria automotriz, una de las más golpeadas, ve caer sus ventas drásticamente e inicia los recortes de empleados.

Las compañías dejan de invertir, por falta de financiación, y las personas disminuyen su consumo. La economía a pie de calle prácticamente se paraliza. Esto genera en muchos países la deflación.

18 marzo, 2010

La creación: Crisis financiera II


El segundo día: El contagio. Lo que inició como casos aislados, poco a poco, se fue extendiendo a las instituciones bancarias más importantes en Estados Unidos: Citigroup, Merrill Lynch, Bank of América, JP Morgan Chase, entre otros.

La pandemia se fue ampliando a través del primer mundo. La globalización demostró que no sólo las nuevas enfermedades, como la gripe HIN1, van de un sitio a otro. Los males financieros también viajan en avión, sólo que lo hacen en primera clase y través de las Blackberry y los iPhone.

Sin embargo, esta crisis financiera sólo atacó a los países desarrollados, los mismos que crearon y negociaron estos novedosos instrumentos. El contagio no ha sido un riesgo, de forma significativa, para los países en vías de desarrollo, ajenos a esas millonarias transacciones e inmersos, desde siempre, en sus propias crisis.

Los sistemas financieros en Brasil, México, la India o China no abusaron en el uso de estos modernos activos y, por tanto, sus bancos resistieron la borrasca. No así en Europa y Estados Unidos en donde las
subprime cruzaban, de un lado al otro, el Atlántico a golpe de ratón.

El frenesí se apoderó de los principales centros financieros desde Nueva York, hasta Madrid, Londres o Berlín. Los medios de comunicación, alejados de los tecnicismos económicos, entraron de lleno al análisis de la plaga que hacía sucumbir a las grandes entidades bancarias y a algunas aseguradores.

17 marzo, 2010

La creación: Crisis financiera I


El primer día: Las subprime. El mundo financiero era un sitio tranquilo. Los males terrenales no acosaban a los grandes genios de la banca en sus cómodas oficinas en Wall Street, ni en sus sedes europeas. Las economías de los grandes países desarrollados seguían en su vasta expansión.

Casi dos décadas de crecimiento continuo, algo visto pocas veces. La competencia, al final de cada año, era mostrar el balance, cuánto más se había ganado. Los CEO de las grandes entidades financieras se convirtieron en verdaderos super stars. Desde el piso 40 ó 50 el cielo es el límite.

Así era hasta que llegaron las subprime. Según el Servicio de Estudios del BBVA, estas son hipotecas de alto riesgo o hipotecas basura. Eran un tipo especial de activo, preferentemente utilizado para la adquisición de vivienda, y orientada a clientes con escasa solvencia, y por tanto con un nivel de riesgo de impago superior a la media del resto de créditos. Su tipo de interés, y las comisiones bancarias resultaban más gravosas .

Al transformarse la deuda en bonos, estos fueron pasando de mano en mano a través del sistema financiero y terminaban en fondos de inversión o planes de pensiones. Al ser calificados como instrumentos rentables, en algunos casos por las mismas agencias que los negociaban, su transacción fluía con normalidad. Sin embargo, cuando el primer miembro de esta larga cadena -quien compró la vivienda- dejó de cumplir con sus obligaciones, por el incremento en su cuota mensual a raíz de la subida en el interés, el cascarón se rompió.

Los novedosos activos resultaron ser como un algodón de azúcar de una feria. Se deshicieron fácilmente dejando, en un principio, un mal sabor en la boca. El problema, durante la primavera de 2007, era exclusivo de Estados Unidos. Las primeras señales fueron la caída en la venta de nuevas viviendas y las pérdidas reportadas por algunas constructoras.