
El primer día: Las subprime. El mundo financiero era un sitio tranquilo. Los males terrenales no acosaban a los grandes genios de la banca en sus cómodas oficinas en Wall Street, ni en sus sedes europeas. Las economías de los grandes países desarrollados seguían en su vasta expansión.
Casi dos décadas de crecimiento continuo, algo visto pocas veces. La competencia, al final de cada año, era mostrar el balance, cuánto más se había ganado. Los CEO de las grandes entidades financieras se convirtieron en verdaderos super stars. Desde el piso 40 ó 50 el cielo es el límite.
Así era hasta que llegaron las subprime. Según el Servicio de Estudios del BBVA, estas son hipotecas de alto riesgo o hipotecas basura. Eran un tipo especial de activo, preferentemente utilizado para la adquisición de vivienda, y orientada a clientes con escasa solvencia, y por tanto con un nivel de riesgo de impago superior a la media del resto de créditos. Su tipo de interés, y las comisiones bancarias resultaban más gravosas .
Al transformarse la deuda en bonos, estos fueron pasando de mano en mano a través del sistema financiero y terminaban en fondos de inversión o planes de pensiones. Al ser calificados como instrumentos rentables, en algunos casos por las mismas agencias que los negociaban, su transacción fluía con normalidad. Sin embargo, cuando el primer miembro de esta larga cadena -quien compró la vivienda- dejó de cumplir con sus obligaciones, por el incremento en su cuota mensual a raíz de la subida en el interés, el cascarón se rompió.
Los novedosos activos resultaron ser como un algodón de azúcar de una feria. Se deshicieron fácilmente dejando, en un principio, un mal sabor en la boca. El problema, durante la primavera de 2007, era exclusivo de Estados Unidos. Las primeras señales fueron la caída en la venta de nuevas viviendas y las pérdidas reportadas por algunas constructoras.
Bravo! Qué sigue ahora? Estamos eseprando la siguiente entrega...será que la crisis nos dejará otra vez a punta de lentejas?
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